sábado, 16 de abril de 2011

Un mal presagio.



Aquí dejo mi segundo relato, que debía llevar por tema "algo sucedido detrás de una puerta con el número 13"....Sabe Dios cuántos días he pasado buscando una historia para esto, y cuántas más se han quedado en media tinta...en fin...esto fue lo mejor que pude sacar.

.Un mal presagio.


El día ya había empezado mal para mí. En realidad, ya es ley de vida. El número 13 en la puerta no era sino otro mal presagio entre tantos, y yo ya estaba acostumbrado a ellos . Vivimos sumidos en una realidad paralela, no en el mundo real. Estamos siempre perdidos en nuestras galaxias, nuestros universos. Somos presa fácil de cualquier hoyo negro cuando estamos a la deriva en nuestra propia realidad, cuando nos sumergimos en nuestros deseos. Han sido varias ya las ocasiones en que me he descubierto anhelando cosas imposibles. Maldita la hora en que decidí que iba a estudiar psicología. A quién quiero engañar? Nunca voy a saber lo que piensa la gente; cómo se me ha ocurrido si quiera creer que puedo encontrar una solución a los problemas de los demás cuando ni siquiera puedo solventar los míos?. Y además, a mi qué me importa la vida de la gente? No es la mía lo suficientemente complicada ya? Yo también tengo traumas, neurosis, fobias, y soy hipocondríaco, mi madre lisiada no me deja tiempo para mi, y hace tiempo no conozco el sabor de una cerveza ni de un beso. Hace tiempo empecé a vagar en una espiral que empieza siempre conmigo abriendo los ojos por la mañana, bebiendo el mismo asqueroso café, contemplando mi reflejo en el ascensor sin mirarme realmente, queriendo borrarme con mis ojos, caminando por la calle sin un destino aparente, entre personas que suben y bajan, entre el sol y la luna que no paran de asediarse mutuamente.
Estaba a punto de regresar pero algo me hizo girarme sobre mis talones y golpear la puerta. No era sino un número, "nada más"-pensé-.
-Adelante-respondió una voz gruesa al llamado de mi nudillos, provocándome un escalofrío que me recorrió el espinazo, aún no me acostumbraba a las entrevistas de trabajo, aunque aquella me despertaba un temor … diferente. Giré el pomo de la puerta con el corazón atorado en la garganta, dando tumbos como un niño con una piruleta. La imponente figura que me esperaba sentada, ataviada con un oscuro traje negro y corbata me resultó intimidatoria e increíblemente atractiva al mismo tiempo.
Lo primero que hice fue entrar y sentarme en la cómoda silla dispuesta frente al escritorio de mi entrevistador, sin darme tiempo si quiera a pensar en salir. Con los años he aprendido que mientras más nos asusta algo, más probable es que nos pille desprevenidos por la espalda si intentamos huir.
-Nervioso?-Me preguntó el sujeto desde su enorme silla-pedestal-podium, era realmente grande y tenía un respaldar que parecía llegar al techo de la oficina. En general no suelo prestar atención a los pequeños detalles, pero aquella silla era realmente hermosa, juraría que estaba tallada en oro y que sus acolchadas posaderas y respaldo eran del más fino terciopelo rojo-.
-No...en absoluto- Respondí con un hilo de voz tembloroso. Mi cuerpo se revolvió sobre la silla, perdí la mirada en el juego de bolígrafos dispuestos sobre la mesa. Qué tonto fui! Empezar la entrevista con una mentira!, era evidente que estaba acojonado, mi cuerpo entero exudaba temor. Una leve sonrisa se dibujo en su rostro al tiempo que me tendió una mano. Se la cogí aún sin mirarle directamente, y estaba caliente, muy caliente en realidad, casí quemaba y sentí el sudor brotar de mi propia mano..o sería de la suya?. La retiré con la mayor discreción posible y la metí en un bolsillo, había pasado por alto su nombre por estar tan ensimismado en el detalle de su temperatura corporal.
-Siempre es aconsejable una dosis de nervios, nos ayudan a no bajar la guardia- Dijo con tono de erudito. Noté que mi pierna subía y bajaba como un resorte, traté de calmarla, pero no hubo manera de que se quedase quieta. Notaba cierta tensión desde el rostro de mi entrevistador, como si una fuerza desconocida intentase desviar mi mirada hacia sus ojos, pero por alguna razón yo no quería; algo dentro de mi luchaba por no establecer contacto visual con él.
-Por supuesto...-alcancé a balbucear-
-En estos tiempos que corren-hizo una pausa y hurgó dentro del bolsillo de su traje hasta encontrar un enorme puro- quienes no están “alerta”- otra pausa para encenderlo y dar dos caladas-...perecen-.
-Entiendo...-qué mal rollo me estaba dando aquel tipo...-.
-Y bien...¿qué es lo que quieres?-Alcé la cabeza para mirarle mientras se paseaba por la habitación, necesitaba saber si aquella pregunta era una broma, pero su rostro no parecía mostrar indicio alguno-.
-Qué quiero?-repetí-.
-Si, qué quieres? No creo que hayas venido aquí a hacerme perder el tiempo-se volvió hacia mí y tuve que bajar la mirada.
-No, en absoluto, pero, a qué se refiere? Quiero muchas cosas...-una gota de sudor me bajó por la espalda, tragué saliva y noté que un silencio abrumador llenaba la habitación, sentí su mirada posarse nuevamente sobre mí-.
-Todos vienen por la misma razón. Todos quieren muchas cosas...demasiadas. Y saben que pueden tenerlas, igual que tu- Fue en ese preciso momento que caí, su revelación me amarró a una silla invisible y alcé la mirada para encontrarme con la suya, para rogarle un despojo de verdad en sus palabras. No pude evitarlo. El calor me invadió desde los sesos hasta las entrañas, me sentía arder, ¿qué demonios sucedía?. Desde ese instante, parecí perder el control sobre mis pensamientos, sobre mis palabras, me sentí un títetere-.
-Si...quiero tenerlas, quiero tenerlas todas-.
-Verás Gabriel...en esta vida todo es posible. Solo tienes que desearlo con mucha fuerza, estar seguro de que realmente quieres algo con toda ... "tu alma"-sentí un pinchazo en el pecho, llegué a pensar que me iba a reventar. Algo había en sus palabras...una certeza inviolable, una sensación de seguridad y me resultaba imposible ignorarlo. Necesitaba creer lo que me decía-.
-Si yo lo deseo....-.
-Toda la vida buscamos una respuesta...y la pregunta es...por qué? Si se nos ha dado este mundo, por qué habríamos de sufrir para ser felices. No es eso lo que quieres Gabriel? Ser feliz?-el tono de su voz fue adquiriendo un deje cada vez más siniestro; yo lo miraba fijamente y me debatía en una batalla a muerte en mi interior por evitarlo. Una parte de mi solo quería huir de aquella oficina, pero la otra, más poderosa, me empujaba contra la silla y se reía en mi cara- Negarías tu desesperado deseo de desaparecer para siempre?-.
-Quiero desaparecer-.
-Lo sé Gabriel, solo piénsalo en voz alta. Piénsalo ... tres veces-Mi mundo empezó a girar, todo se volvió difuso, sentí náuseas, sentí miedo y luego... sentí placer. Mis labios se llenaron de besos, mi nombre resonó por todas partes, me aclamaban-.
- “Quiero desaparecer”-repetí, casi sin aliento, hipnotizado, mi mano se alzó como un fantasma, movida por el aire, sostenía una hermosa pluma de fuego que parecía acariciar un enorme pergamino lleno de nombres, algunos escritos con perfecta caligrafía, otros con trazos llenos de miedo y otros tantos, manchados por lágrimas de arrepentimiento- “Quiero desaparecer”-me dije. Mis pulmones parecían secarse como una flor bajo el sol, el aire irrespirable y caliente se convirtió en un perfume con olor a gloria, desabotoné mi camisa, el calor era sofocante. Mis pasos eran certeros sobre el asfalto y todos me sonreían al pasar. Mi madre lloraba junto a la cama. Mi mano quiso apartarse dejando un camino de tinta roja, pero nuevamente una fuerza superior a mi la encausó sobre el papel, seguí escribiendo como si pintase un óleo. -“Quiero desaparecer”-repetí por tercera vez. Seguían llamando mi nombre, me seguían besando, no podía respirar, sabía lo que pensaban, pensaban en mi, todos pensaban en mi. Yo era la solución a todos sus problemas, yo era todos y cada uno de ellos, y por eso me adoraban.
-Perfecto Gabriel-dijo su profunda voz. Quién era él? - lo has conseguido.... ya has desaparecido-En un instante fugaz conseguí apartar nuestras miradas, sentí mi peso caer sobre mis pies como un yunque, sin fuerzas para levantarme. El sonrió desde su silla de oro, con sus manos cruzadas, relamiendo el éxito. A su lado estaba yo, el horror y la pena dibujados en mi rostro traslúcido al tiempo en que me veía flotar fuera de la habitación, encorvado y lánguido. Una figura oscura seguía mis pasos y me guiaba lejos, dónde no pudiera seguir contemplándome. Me alejó de mi, hasta dejarme completamente solo, embargado por la vergüenza y el dolor. Mis piernas, temblororsas y presas de la inercia me alzaron cual zombie y se encaminaron entonces hacia la puerta, la número 13, detrás solo había oscuridad.

domingo, 3 de abril de 2011

Inexperto cósmico


Yo no sé cómo ocupar los hoyos negros de ésta galaxia. Perdí mi propio eje ya hace tiempo y estoy condenado a la deriva, sin rumbo, a la espera de que mi cabeza impacte contra algo sólido. Me consuelo y me digo que en el espacio no existe la tortura de la espera...la ingenuidad es un mal que corre por mis venas.

Estoy pero no acabo de estar !! me fui pero nunca partí en realidad !!

Esta falsa sensación de seguridad solo la desmiente la luz del sol, cada mañana al abrir los ojos. Y entonces me parece creer que los años luz no son nada comparados con los minutos eternos por los que espero que tu mirada se cruce con la mía.

Me retiro a ocupar mi propio universo, fuera de éste sistema...uno donde no me rija la gravedad, donde pueda lanzarme por ti sin reventarme contra un duro suelo porque caeré hacia el cielo. Un universo en el que seremos solo células, dos organismos en un mismo caldo de cultivo, con un mismo núcleo.

Andromeda y la Vía Láctea, pero en un mundo paralelo; y podremos colisionar sin temor a destruirnos.

...Esta utopía siempre imposible, siempre imperfecta, me evadirá de convertirme en un absurdo meteorito; de nadar para hallar la muerte en la orilla. De ser así, será el calor de tu sol, aquel que nunca habré llegado a contemplar con ojos abiertos, el que me abrase hasta el final...

sábado, 2 de abril de 2011